Ese espejo en el que después de cada ducha aparece tu nombre acompañado de vaho, ese nombre que tendría que ser como otro cualquiera, pero no, es ese que hace que sienta miles de mariposas en el estómago y tenga esa sonrisa de tonta.
Esas fotos desgastadas de las miles de veces que las tuve en mis manos antes de irme a dormir, porque me hacen revivir cada momento que pasé junto a ti.