
- ¿Me queres? - dijiste cerca de mi oído y por mi cuerpo corrió un escalofrió.
No podía mentirte, no podía decirte la verdad. Idiota pregunta la que acababas de formular. No te quería, era mas que eso, pero costaba admitirlo. Con mis mejillas enrojecidas como de costumbre te miré a los ojos con un poco de miedo y deje que las palabras fluyeran de mi boca. Te dije que te quería mucho y me callé para no arruinar la situación, pero casi sin pensarlo y sin una lógica razón una nueva pregunta te formulo mi corazón: ¿Y vos?. Me intrigaba saber la respuesta, pero a la vez sabía que si no era la que yo esperaba no podría soportarla. Aumente la apuesta a que todo iba a salir como pensaba. Y esa noche dormí con una sonrisa en el rostro cuando pensaba, revivía y soñaba con la respuesta imaginada: también te quiero...